La experiencia que dan los años de ejercicio, van mostrándole a uno el camino recorrido de vez en cuando, es algo cíclico, cada cierto tiempo salen innovaciones que ya habían sido planteadas en alguna ocasión, pero no pasaron la prueba del tiempo.
Si no modificas la falla de la innovación vas a volver a caer en el desuso y volverá a ser frustrante los resultados, o al menos no serán tan asombrosos como creíste que serían.
En medicina aparecen constantes inventos, instrumentos, aparatos, pero no todos forman parte de nuestra vida diaria, de nuestra rutina, mientras que los que demuestran su utilidad se quedan para siempre.
Mi padre fue cirujano cardiovascular formado en Houston, Texas , aprendió de la mano del Dr. Denton Cooley y conservo la disciplina dentro de un quirófano hasta que se retiró, su sentido de perfección a la hora de suturar me marcó profundamente, a pesar de los esfuerzos de los colegas de Cirugía general que me apuraban para terminar lo más pronto posible, no lograron evitar que en cada intervención quirúrgica yo me esmerara cada día más.
Mi maestro principal en la especialidad fue el Dr. Rafael Soto Matos quien siempre nos incentivo la ética por encima de la tentación de las campañas publicitarias, en no caer en el ofrecimiento de combos de cirugías de nariz, mamas, abdomen, glúteos, muslos en una sola operación sobrepasando los limites de seguridad anestésica y a veces hasta de resistencia del equipo quirúrgico.
Durante el ejercicio han sido muchos grandes cirujanos con los que he compartido y cada uno contribuyó a moldear mi forma actual de pensar y actuar, no hay otro como el Dr. Leonard Furlow para aprender de su paciencia para enseñarme su técnica de doble z plastia para reparar el paladar hendido, mientras la mayoría querían operar cantidades de niños en el Hogar Clínica San Rafael, el dedicaba el tiempo que requería para que no quedase ningún defecto y al mismo tiempo evitar la insuficiencia velo palatina.
Del Dr. Rómulo Guerrero aprendí que los huesos del cráneo y la cara nos permiten corregir cualquier defecto si lo planeamos adecuadamente, del mismo modo que la proyección cuadrada del mentón de la mandíbula es uno de los rasgos que debemos conservar si deseamos una imagen masculina del paciente.
En materia de quemaduras es necesario mencionar al Dr. Fortunato Benaím quien junto a mi maestro nos inculcó a todo el que se sumergió en la caumatología a ver al paciente quemado como un politraumatizado, que requiere con prontitud de toda nuestra pericia, y nuestro cuidado y ayudarnos con casi todas las especialidades del sector salud para lograr la reinserción social del paciente.
De los apuros solo queda el cansancio, aprender a decir que no. Cuando no tengo el tiempo necesario para realizar una cirugía, cuando las condiciones no están dadas, cuando algo puede suceder para mal, lo mejor es decir NO.
Soy cirujano sin lugar a dudas, pero nunca perderé la ética, la compostura dentro de un quirófano, la oportunidad de aprender de otro cirujano y evitaré cualquier riesgo que considere innecesario, siempre en favor del paciente.
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